Contemplación

«Oh deleite mío…»

La hoja de este rosal se mece
y el silencio verde tan perdido
entre el mundanal hastío
persiste, no se cansa.

Bajo este cielo,
al lado de alguna sombra
otro rosal,
hacia mil quinientos,
adormecía la tarde

en Alba de Tormes.

«¡Oh vida larga!… qué sola soledad»

El cielo que prodigaba su luz
en nada se distinguía deste,
abundante en viento,
hijo de la mañana y de la vida.

Allá, como aquí,
la noche sucede al día,
y la sed que colma la garganta
también acuciaba los caminos.

Entonces,
¿cuál es la diferencia?
Ávila o San José…

«Dichoso el corazón enamorado»

Nada,
nada es diferente.
El silencio sigue siendo el mismo,
y el calor abundante en pájaros
aún permite detenerse a contemplarlos.

Sin embargo,
allá el almendro floreció en invierno,
y por un momento bajo el mismo cielo,
al lado de alguna sombra,

el Amor se detuvo
a contemplarse a sí mismo.

 

® Francisco Juárez.

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